EL COLOQUIO DE LOS
PERROS
Que tuvo lugar el 23
de Abril del año de gracia 2005, en la
calle Rastro de la ciudad de Valladolid,
frente a la casa que habitó el ilustre autor de una tan ilustre novela, don
Miguel de Cervantes.
BERGANZA.- Tengo para mí, amigo
Cipión, que llegados estos tiempos de materialismo y vicio, que llaman algo así
como globalización, los hombres y las mujeres se hallan tan perdidos como en
aquella época nuestra de la Guerra de Lepanto, y me desazona tanto el pensarlo,
que no hallo remedio sino en hablarlo contigo.
CIPIÓN.- Así lo creo yo también, amigo Berganza,
aunque por mi natural carácter abierto, de cierto más que el tuyo, me da por
juzgar que estos tiempos son más buenos que los nuestros, y de vicios y materialismos,
si haces memoria, andábamos ya sobrados.
BERG.- No quiero entrar en
disputas contigo esta noche clara, Cipión, hermano, porque tengo que hablarte
de literatura y celebraciones.
CIP.- ¿A qué viene este quiebro
sosegado?
BERG.- Viene a que a fecha de
este año, hace cuatro siglos que se publicó en España “El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha”, obra que escribió el que también fue autor
nuestro. Con este motivo, anda toda la
nación en tales razonamientos acerca del hombre de La Mancha, que las
Universidades se llenan de bachilleres, y aún más altos grados, discutiendo y
loándolo en grado sumo. Y si nuestro
señor don Miguel viviese para verlo, moriríase otra vez de susto y pasmo.
CIP.- ¿Cómo dices que se celebra
evento semejante si esta casa nombrada de Cervantes, a la que acuden llamados
de otros lugares hombres y mujeres, estuvo cerrada por obras como tres meses
del año de la celebración?
BERG.- Ya te dije al principio de
nuestro coloquio, amigo Cipión, que no existe grande diferencia entre el que
otrora fuera nuestro mundo y este moderno. Que la naturaleza humana es torpe en
lo esencial.
CIP.- ¿Y cómo es que hablando
tanto de don Miguel de Cervantes, no hablan de nosotros que excepcionalmente
tuvimos y tenemos la facultad del lenguaje?
BERG.- No hablan de don Miguel,
sino de don Quijote. Y muchos
bachilleres creen que es una obra autobiográfica, que viene a querer decir que el mismísimo don Quijote escribiera sus
andanzas en primera persona. Y aunque en
grande estima y reconocimiento se tiene en esta ciudad a los perros, que me
maravillo del trato que reciben, de nosotros dos y de nuestro coloquio no he
oído hablar en feria alguna, ni tampoco de las Novelas Ejemplares que nos
contienen.
CIP.- Siendo así como dices, no
me hables más de tal celebración amigo Berganza y sí de lo que ves y escuchas
por mercados y plazas, que algo habrás oído a los juglares o trovadores esta
mañana para venir a razonar con desconfianza y desánimo como lo hicieras al
comienzo de este coloquio. Y a ser posible sé breve, que tengo yo que dar
también mi parte de razonamiento.
BERG.- No son juglares ni
trovadores los que andan por las plazas poniendo de boca en boca los asuntos
ajenos, sino unos que se hacen llamar periodistas, y son mujeres y hombres de
muy grande poder y sabio juicio. He
visto a los gobiernos de las naciones dando convites a estos tales periodistas
porque les saquen bien en los retratos y no los trapos sucios, y a los
periodistas , devolviendo los mismos convites a los políticos , que es lo que
se viene en llamar el mutuo caldo gordo.
Y la buena gente que es el pueblo llano, que hoy en día saben todos
leer, andan leyendo deprisa los pliegos de cordel de unos y otros, malgastando
en ello las horas de los domingos de sus vidas como si no tuvieran asunto más
provechoso en que fijarse.
CIP.- Y ¿qué asuntos leen estos
incautos que les hace perder horas de rezos?
BERG.-Principalmente quedan
embobados en lo que llaman artículos de opinión, editorial o columnas, que es labor de aprender lo que
otros opinan, y que luego repiten en cenas o reuniones de amigos, alardeando de
lo que vienen en llamar algo así como opiniones personales o espíritu
crítico.
CIP.- No entiendo a las claras
este último parlamento tuyo, amigo Berganza, mas, harás bien en no repetírmelo
pues ya lo doy por supuesto. Que tanto
te extendiste en tus pláticas, que ni tiempo tuve para preguntarte la mitad de
la mitad, ni me has dejado decirte que esta mañana, cuando tú andabas por las
plazas, escuché una discusión sobre injerencias de la iglesia en un estado
laico, sin llegar yo a comprender nada de lo que estaban diciendo.
BERG.- No es de extrañar que no
lo entiendas, mas llegado a este punto, Cipión hermano, pongamos fin al
coloquio, que el sueño me pesa en los párpados y no quiero, ni por nada del
mundo, entrar en polémicas y parlamentos de curas, creencias y bendiciones.
Gloria Rivas Muriel. (Mes de mayo
del año cervantino 2005.)